Aunque aún no se conocen todos los detalles, es indiscutible que los
hábitos alimentarios juegan un papel importante en la salud y la
longevidad. Es conocida y amplia la lista de alimentos saludables, pero un estudio reciente
descubrió una incorporación bastante sorprendente a esta lista: un
nuevo informe plantea que los quesos mohosos y estacionados protegen la
salud. La sorpresa se debe a que generalmente no se considera al queso
entre la comida saludable, porque contiene grasas animales saturadas,
altas calVista previaorías y cantidades de sal, al punto que no se recomienda su consumo en las dietas más difundidas.
Las propiedades anti-inflamatorias son mayores cuanto más maduro el queso está
Los quesos azules, como el Roquefort y el Bleu d’Auvergne, ayudan a
reducir las enfermedades cardiovasculares en Francia, afirma el nuevo
estudio, realizado por la compañía biotecnológica británica Lycotec; que
agrega que el queso azul puede tener propiedades antiinflamatorias que
protegen al cuerpo contra muchas enfermedades. Las propiedades
anti-inflamatorias son mayores cuanto más maduro el queso está.
La paradoja francesa
Los investigadores dijeron que el queso azul puede ser un ingrediente
clave de la llamada “paradoja francesa”, es decir, la observación de
que los franceses tienen una vida larga y bajas tasas de enfermedad a
pesar de seguir una aparente mala dieta rica en grasas.
El queso que comen los franceses son los que promueven la salud y la longevidad
Hasta ahora, se ha atribuido gran parte de la paradoja francesa al
consumo regular de vino tinto y su consiguiente alta exposición al resveratrol.
En este informe, los datos sugieren que en realidad puede ser el queso
que los franceses comen, sobre todo las variedades con moho, los que
promueven la salud y la longevidad. Francia tiene una de las mayores
esperanzas de vida en Europa y una de las tasas más bajas de enfermedad
cardiovascular en el mundo desarrollado.
El estudio señala que hay buenos datos que el consumo de queso reduce los niveles de LDL (el colesterol malo)
y la presión arterial, ambos factores que podrían reducir la incidencia
de enfermedades del corazón. Además, el queso disminuye los marcadores
séricos de inflamación como la proteína C reactiva, factor de necrosis
tumoral y las interleucinas 6 y 8 (los niveles más bajos de estos
compuestos se asocia con el riesgo de cáncer y mortalidad). La razón de
estos efectos –explican los autores– es que mientras el queso está
madurando, las bacterias producen numerosos nuevos péptidos activos
exógenos y macromoléculas que pueden tener beneficiosos efectos
biológicos en los seres humanos.
Dice el estudio: “El núcleo de los quesos madurados y con moho
contiene una variedad única de sustancias que no están presentes en
otros quesos. En particular, los quesos azules Roquefort y otros
contienen andrastins A-D que son potentes inhibidores de la biosíntesis
de colesterol. El Andrastin A también se conoce por sus actividades
antitumorales fuertes, lo que sugiere su potencial anticancerígeno.
Otras sustancias, incluyendo roquefortine, tienen fuertes propiedades
anti-bacterianas”.
Algunos de sus compuestos reducen el conversor de enzima angitotensin
(ACE), que reduce la presión arterial; otros reducen la coagulación.
Mientras que los quesos azules tienen aún más beneficios por la
actividad intensa de las bacterias como P. Roqueforti. Y si bien
demuestran que la variación geográfica en relación al buen estado de
salud está vinculada a las tasas de consumo de queso azul, reconocen que
la dieta típica francesa además de abundantes cantidades de este tipo
de queso, también incluye la dieta mediterránea. En conclusión,
recomiendan un estudio a largo plazo de la relación del consumo de queso
azul y las enfermedades.
Fuente: cukmi.com
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