jueves, 10 de enero de 2013

¿Comer queso azul es el secreto de la longevidad?

Aunque aún no se conocen todos los detalles, es indiscutible que los hábitos alimentarios juegan un papel importante en la salud y la longevidad. Es conocida y amplia la lista de alimentos saludables, pero un estudio reciente descubrió una incorporación bastante sorprendente a esta lista: un nuevo informe plantea que los quesos mohosos y estacionados protegen la salud. La sorpresa se debe a que generalmente no se considera al queso entre la comida saludable, porque contiene grasas animales saturadas, altas calVista previaorías y cantidades de sal, al punto que no se recomienda su consumo en las dietas más difundidas.

Las propiedades anti-inflamatorias son mayores cuanto más maduro el queso está
 
Los quesos azules, como el Roquefort y el Bleu d’Auvergne, ayudan a reducir las enfermedades cardiovasculares en Francia, afirma el nuevo estudio, realizado por la compañía biotecnológica británica Lycotec; que agrega que el queso azul puede tener propiedades antiinflamatorias que protegen al cuerpo contra muchas enfermedades. Las propiedades anti-inflamatorias son mayores cuanto más maduro el queso está.

La paradoja francesa

Los investigadores dijeron que el queso azul puede ser un ingrediente clave de la llamada “paradoja francesa”, es decir, la observación de que los franceses tienen una vida larga y bajas tasas de enfermedad a pesar de seguir una aparente mala dieta rica en grasas.

El queso que comen los franceses son los que promueven la salud y la longevidad
 
Hasta ahora, se ha atribuido gran parte de la paradoja francesa al consumo regular de vino tinto y su consiguiente alta exposición al resveratrol. En este informe, los datos sugieren que en realidad puede ser el queso que los franceses comen, sobre todo las variedades con moho, los que promueven la salud y la longevidad. Francia tiene una de las mayores esperanzas de vida en Europa y una de las tasas más bajas de enfermedad cardiovascular en el mundo desarrollado.

El estudio señala que hay buenos datos que el consumo de queso reduce los niveles de LDL (el colesterol malo) y la presión arterial, ambos factores que podrían reducir la incidencia de enfermedades del corazón. Además, el queso disminuye los marcadores séricos de inflamación como la proteína C reactiva, factor de necrosis tumoral y las interleucinas 6 y 8 (los niveles más bajos de estos compuestos se asocia con el riesgo de cáncer y mortalidad). La razón de estos efectos –explican los autores– es que mientras el queso está madurando, las bacterias producen numerosos nuevos péptidos activos exógenos y macromoléculas que pueden tener beneficiosos efectos biológicos en los seres humanos.

Dice el estudio: “El núcleo de los quesos madurados y con moho contiene una variedad única de sustancias que no están presentes en otros quesos. En particular, los quesos azules Roquefort y otros contienen andrastins A-D que son potentes inhibidores de la biosíntesis de colesterol. El Andrastin A también se conoce por sus actividades antitumorales fuertes, lo que sugiere su potencial anticancerígeno. Otras sustancias, incluyendo roquefortine, tienen fuertes propiedades anti-bacterianas”.

Algunos de sus compuestos reducen el conversor de enzima angitotensin (ACE), que reduce la presión arterial; otros reducen la coagulación. Mientras que los quesos azules tienen aún más beneficios por la actividad intensa de las bacterias como P. Roqueforti. Y si bien demuestran que la variación geográfica en relación al buen estado de salud está vinculada a las tasas de consumo de queso azul, reconocen que la dieta típica francesa además de abundantes cantidades de este tipo de queso, también incluye la dieta mediterránea. En conclusión, recomiendan un estudio a largo plazo de la relación del consumo de queso azul y las enfermedades.

Fuente: cukmi.com

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