Un reciente estudio incorpora un nuevo concepto: el índice cintura – cadera es una medida a tener en cuenta si de prevenir enfermedades cardiovasculares se trata. Los riesgos de tener un peso normal con grasa localizada en el abdomen.
Un estudio presentado en el Congreso anual de la European Society of Cardiology confirmó que la grasa visceral, que se acumula alrededor de los órganos internos, es más peligrosa para la salud de lo que se creía.
El informe, presentado por la doctora Karina Sahakyan de la
prestigiosa Mayo Clinic, Rochester, Minnesota, EEUU, demostró que
individuos de peso normal que concentran su masa grasa en la zona del abdomen tienen mayor riesgo de muerte por causas cardiovasculares que individuos que manifiestan una obesidad generalizada.
Se constató que las muertes por enfermedad cardiovascular en
personas de peso normal con obesidad localizada en el abdomen superaron
en un 175% a las de las personas con un Índice de Masa Corporal (IMC)
normal y cintura normal (en referencia al índice cintura-cadera, IC-C, una medida antropométrica específica para medir los niveles de grasa intra-abdominal).
La conclusión arrojada por el estudio, realizado en 12.785 sujetos
con distintos tipos de composición corporal durante 14 años, demostró
que los llamados “normobesos” tenían un riesgo de muerte cardiovascular
significativamente más elevado que aquellos con IMC y IC-C normales,
por lo que puso en evidencia que es mucho más importante controlar el
exceso de grasa corporal en la zona abdominal que fijarse en el IMC.
El doctor Francisco Lopez Jiménez, cardiólogo de la Mayo Clinic, explicó que “se sabía en base a investigaciones previas que la obesidad abdominal
es algo malo, pero la novedad fue descubrir que la localización de la
grasa tenga tanta importancia, aún en gente de peso normal. Este grupo
tiene la mayor tasa de mortalidad, aún más alta que aquellos que son
obesos según su IMC“.
Por su parte, la doctora Sahakyan concluyó que “el alto riesgo de mortalidad se puede relacionar a una mayor concentración de grasa visceral, asociado con la insulinorresistencia y otros factores de riesgo, así como a una masa muscular relativamente pobre”.
Al mismo tiempo, la investigación científica sobre los procesos del
metabolismo humano realizada en laboratorios europeos resultó en el
desarrollo de planes de nutrición basados en proteínas de alta calidad biológica con
un muy bajo contenido de glúcidos (azúcares) y lípidos (grasas), que
buscan específicamente eliminar el exceso de grasa de donde el cuerpo
más lo tiene.
La licenciada María Emilia Mazzei, nutricionista y asesora de la Fundación Cardiológica Argentina, detalló que “se trata de un plan de aporte normoproteico:
un método científico reconocido y una nueva etapa en la nutrición que
se hace bajo estricta supervisión médica durante un determinado período
para ‘normalizar’ la composición corporal del paciente a través de la
eliminación del exceso de grasa, con el objetivo de adquirir un óptimo
estado de salud acorde a un metabolismo mejorado. De esta forma se
reeduca al cuerpo y a la mente, logrando incorporar hábitos alimenticios
sanos y equilibrados”.
La clave de los resultados rápidos y efectivos de este tratamiento radica en dos principios fundamentales: el aporte de una cantidad “normal” de proteínas completas (que
contienen todos los aminoácidos indispensables para el funcionamiento
de los órganos), con un contenido mínimo de grasas y azúcares; y la
aplicación de la ritmonutrición, que provee determinados aminoácidos
para acompañar las dos fases del ciclo circadiano (el reloj biológico),
la diurna y la nocturna, con el propósito de equilibrar el estado
anímico del paciente y prevenir los trastornos de la alimentación.
Además de bajar el exceso de grasa rápidamente, el plan “normaliza
los valores asociados con aquellas patologías comúnmente producto del
síndrome metabólico y ciertas enfermedades como la diabetes II”.
Típicamente, dichas patologías incluyen:
• Obesidad abdominal central: Exceso de grasa en la zona abdominal.
• Resistencia o intolerancia de la glucosa: Cuando el cuerpo no puede
utilizar correctamente la insulina o el azúcar de la sangre.
• Dislipidemia: Alteraciones en los niveles de los lípidos -grasas-
en sangre. Aumento de triglicéridos, HDL bajo (colesterol bueno), LDL
(colesterol malo) alto.
• Presión arterial elevada.
La especialista aseguró que en el primer mes de tratamiento las mujeres pueden llegar a bajar entre 7 y 10 kilos de grasa,
mientras que los hombres pueden alcanzar los 12 kilos. Esto lo confirma
mediante la medición de la composición corporal con un equipo de
bio-impedancia, que indica los porcentajes de agua, músculo y grasa en
brazos, torso y piernas. “De esta manera, el paciente constata cómo va
cambiando su cuerpo a medida que progresa el tratamiento porque va
disminuyendo la grasa de donde más se le acumula, como por ejemplo, el
abdomen o las caderas”, destacó.
Mazzei enfatizó que, con el objetivo de obtener el máximo resultado,
es muy importante seguir las indicaciones médicas durante las seis fases
que componen el plan para lograr, luego de la primera fase más
estricta, ir introduciendo gradualmente los alimentos tradicionales y
naturales, completando la última etapa con un menú sano y variado. Por
otro lado, particularmente en las primeras tres fases, se receta la
suplementación de micronutrientes (como potasio, calcio, magnesio y Cl
Na, K, Ca, Mg, Omega 3-6), así como de multi-vitaminas, que se reducen
junto con la pérdida de grasa.
Beneficios clínicos de una dieta normoproteica:
La mejora de las patologías asociadas a la obesidad:
• hipertensión arterial,
• arterosclerosis,
• diabetes no insulinodependiente,
• artrosis,
• asma,
• dislipemias,
• problemas de sueño,
• apneas,
• acné,
• compactación y brillo de la piel, etc.
Beneficios estéticos de una dieta normoproteica:
• Esculturización de la silueta corporal,
• Mejoría evidente de la celulitis,
• Mejoría de flacidez,
• Dermatológico (rejuvenecimiento cutáneo).
Fuente: saludable.infobae.com
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