Foto: Ariel Gutraich
A pesar de lo acostumbradas que
estamos a su sabor, la sal todavía puede sorprendernos. Mercados,
tiendas de delicatessen y restaurantes de alta cocina nos seducen con
una gran variedad de sales marinas de distintas costas y sales de roca
de diversos escenarios geográficos, e incluso blends (combinaciones de
sales con especias, semillas y condimentos), para sazonar nuestros
platos. Esta movida que recorre el mundo nos propone en el uso de la sal
toda una paleta nueva de sabores, colores y texturas de un producto que
se define como "natural y de origen".
La sal, posiblemente el condimento más antiguo utilizado
por el hombre, de la mano de chefs, sibaritas y expertos productores,
recupera el lugar que hace miles de años tuvo en la historia, cuando era
moneda de pago y elemento codiciado.
Hoy, podemos encontrar en los más exóticos destinos
culinarios bandejas de sal de roca en las que los cocineros presentan
sus manjares, morteros de sal para majar cuanto condimento se nos ocurra
e incluso la aparición del sommelier de sal o "selmellier" el
especialista que sabe de la correcta combinación de cada una de estas
sales de origen.
¿Dónde está la magia?
Cuando entrás en el terreno de la sofisticación gourmet,
cada variación en el sabor contiene la información de un producto único
que denota su historia y su procedencia. Tal es así que estas sales, en
general, se utilizan como broche de oro de un plato para que el comensal
pueda disfrutar su terroir.
También se rescata su menor concentración de cloruro de
sodio y su riqueza en minerales (calcio, magnesio y manganeso). Pero el
dato saliente de estas sales es que, como resultan menos solubles, un
par de cristalitos son suficientes para sazonar cualquier plato.
Además, si en la variedad está el gusto, podemos encontrar
sales marinas -obtenidas por la evaporación del agua de mar- o sales de
roca -extraídas de montañas o minas-. Entre éstas, están las sales
volcánicas, como la de Kala Namak, de la India (que tiene un dejo de
azufre), los cristales azules de la Prussian Blue o la Hawaiian Black
Lava (son pequeños granos negro azabache y de un sabor intenso).
Notas de sabor
Hasta no hace mucho, la gran distinción era: sal fina o
parrillera. Hoy, en cambio, es: escamas, flor, cristales de sal, negras,
ahumadas, grises o rosas. Una lista interminable, pero haremos un
acercamiento a las más reconocidas en el mundo y en la escena culinaria
local.
Sal de Maldon: es una de las de más renombre y
procede de las salinas de Essex (Inglaterra). De elaboración artesanal e
intenso sabor, se recomienda usarla en la fase de emplatado.
Elegida por los chefs locales por su adaptabilidad.
Flor de sal de Guérande: extraída de las costas de
la Bretaña francesa, es el caviar de las sales por su sutil sabor a
violetas y su método de extracción. Son los ligeros cristales de sal que
flotan en placas en la superficie, cuando se produce la evaporación del
agua salada, y deben recogerse rápidamente.
Sal rosa del Himalaya: formada hace 250 millones
de años a alta presión bajo las montañas. Aunque para algunos es un
"fetiche gourmet", tantos años de concentración de energía en las
montañas del Himalaya hacen que se le atribuya la capacidad de hacerle
mantener al cuerpo su equilibrio natural. Son característicos su sabor
amargo y su dureza.
Sal marina de la Patagonia: son cristales de sal
marina que se extraen de fondos marinos volcánicos. El resultado: un
producto de gran salinidad, pureza y libre de contaminación. Sal de Aquí
las produce desde hace cuatro años en Trelew.
Blends y condimentos
Como en el caso de los vinos y los tés, con las sales
podemos armar mezclas con especias o recurrir a alguna de las múltiples
opciones que se ofrecen "listas para usar" en las tiendas. En estos
casos, el molinillo resulta ser la herramienta óptima a la hora de
triturar las mezclas y condimentar nuestros platos.
Sal ahumada: se prepara en ahumaderos, algunas
veces con sal marina como base. Se la utiliza para macerar pescados y
otras carnes. Tiene un aroma y un sabor muy intensos y un color
grisáceo.
Combinaciones especiadas: algunas sales marinas
provenientes de la Patagonia vienen ya preparadas en varias
combinaciones. Entre estas preparaciones, podemos encontrar: cristales
de sal rosa (con pimienta rosa y pimentón ahumado), cristales de sal
thai (con limón, pimienta negra, escamas de coco, semillas de coriandro y
azúcar), cristales de sal delhi (con curry y naranjas disecadas),
cristales de sal pepper (con mix de pimientas) y cristales de sal seeds
(sal marina y mix de semillas). Ricco Sabores Gourmet las ofrece a
precios que varían entre los $30 y los $40.
Mix picantes: hay sales marinas del sur de Chile
que se presentan en versiones para paladares valientes, como Hot Wasabi
Salt (con rábano picante), Sel Rouge (con páprika y tomate
deshidratado), Ginger & Lemon Salt (con jengibre y jugo de limón),
Original Blend (con ajo, ají molido y pimienta negra) y Garlic Salt (ajo
deshidratado). Tau Delta las vende en frasquitos de 85 gramos a $15.
Maridajes
Quienes dominan el arte de los fuegos disfrutan de las sutilezas de aromas y sabores de estos pequeños cristalitos.
Se recomienda probarlas solas, sobre todo si vienen de
destinos tan exóticos o reconocidos por su producto, para poder
descubrir ese terroir que otorga la región de origen.
Y es fundamental elegir la sal según el plato: la Maldon es
ideal para sazonar carnes rojas de buen corte o un lomo de atún de
cocción corta; la Fleur de Sel va bien con pescados grillados y
ensaladas; la sal ahumada, con carnes de cerdo y verduras grilladas.
Ahora sí, ¿con qué vas a salar esta vez?
Lo primero: la salud
Según los nutricionistas, no habría que perder de foco lo
perjudicial que es para la salud el exceso de sodio. Si bien las sales
marinas poseen menos sodio (cerca de un 80 por ciento, a diferencia de
las clásicas, que cargan con un 96 por ciento), los especialistas
recomiendan no superar los 2,4 g diarios (en la Argentina, el consumo es
5 veces mayor) y sugieren la habituación progresiva a condimentar con
más especias y hierbas y menos sal. Para quienes sufren de hipertensión y
no deben consumir sal en ninguna de sus formas, aparecen alternativas
viables: sales con 0 por ciento de sodio. Varias marcas ya se están
ocupando de esto y ofrecen una selección de blends de sales sin sodio,
producidas con cloruro de potasio, que recrea el sabor salado. Un mimo
para quienes debieron renunciar al consumo de cloruro de sodio.
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