Tardar
 horas en conciliar el sueño; despertarse varias veces durante la noche;
 sentir por la mañana que el descanso no fue suficiente. Y lo peor, al 
día siguiente: la tortura de trabajar, estudiar y encarar las 
actividades cotidianas agotado, somnoliento y malhumorado.
Entre un 30 y un 40% de la población adulta sufre problemas para dormir en algún momento del año
 , según datos del Centro de Estudios sobre Trastornos del Sueño de 
EE.UU. ratificados por encuestas en América Latina. Frente a esto, lo 
más común es que las personas se resignen o se automediquen. Otros, más 
sensatos, recurren al médico. Lo que muchos no saben es que, en la mitad de esos casos, la solución consiste, simplemente, en cambiar una serie de hábitos muy comunes que impiden conciliar el sueño y disminuyen su calidad. 
Consultados por Clarín , especialistas en medicina del sueño señalaron cuáles son las conductas más habituales que atentan contra el descanso (ver “Lo que no...” ). Mirar televisión o usar la computadora en la cama antes de dormir, por ejemplo, son acciones muy desaconsejadas. “Lo ideal es que el dormitorio sea un lugar oscuro y templado que sólo se use para dormir y tener relaciones sexuales; el trabajo y las preocupaciones deben quedar afuera ”, aconseja Pablo Ferrero, médico del Instituto Ferrero de Neurología y Sueño. 
También
 recomiendan acostarse y levantarse siempre a la misma hora, evitando lo
 más posible los desajustes. Y para que resulte más fácil conciliar el 
sueño, la indicación es no hacer ejercicios físicos fuertes por la 
noche, dedicarse a actividades relajantes antes de acostarse (como leer 
una novela, meditar o darse un baño caliente) y no dormir por la tarde 
siestas que duren más de 30 minutos. 
“Si la población cumpliera estas pautas sencillas, que parecen de abuela, el 50% las personas con problemas para dormir tendrían mejoras notables
 . Son reglas muy simples, pero el 80% de la gente no las respeta y las 
consecuencias son graves”, dice Mirta Averbuch, jefa la Unidad de 
Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias de la Fundación 
Favaloro. 
El resto de los consejos tienen que ver con la alimentación: cenar liviano y al menos dos horas antes de ir a la cama, comer postres sin mucha azúcar y no tomar demasiado líquido
 . Los estimulantes, por su parte, como el té, el mate y el café, están 
contraindicados hasta seis horas antes de irse a dormir. Y la 
prohibición es rotunda para el cigarrillo y el alcohol.
¿Qué
 más se puede hacer para dormir mejor? No acostarse hasta no estar 
cansado, no intentar compensar el sueño y, en caso de despertarse de 
madrugada, no levantarse a comer, recomiendan.
“Uno
 no se puede acostar de golpe y pretender quedarse dormido al instante. 
Es necesario ir preparando el cuerpo y la mente en las últimas horas del
 día. Eso implica un aprendizaje de hábitos y un entrenamiento que hace 
que el cuerpo se acostumbre y uno duerma mejor”, afirma Averbuch. 
“Los insomnes suelen buscar soluciones espontáneas al problema que sólo aumentan la dificultad para dormir
 . Lo que se hace a través de estas reglas es educar al paciente para 
que desarrolle hábitos y actitudes más compatibles con el descanso”, 
agrega Pablo López, psicólogo coordinador de los tratamientos del 
insomnio en el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO). “Al cambiar 
los hábitos las personas realmente mejoran, y si es un insomnio 
primario, no asociado a un trastorno de sueño, trabajar sobre lo que 
llamamos higiene del sueño produce mejorías en un 80% de los casos”.
Ferrero
 coincide en que “sólo con cambiar los hábitos el 50% de las personas 
con problemas para dormir podrían sanarse y evitar llegar al médico”. Y 
agrega que, según su experiencia, 9 de cada 10 de los que sí llegan al 
consultorio mejoran notablemente cuando logran erradicar las costumbres 
perjudiciales.
Genera mal humor y riesgos cardíacos
El
 insomnio es el más extendido de los problemas de sueño. Se estima que 
afecta hasta a un 40% de la población adulta, y se da con más frecuencia
 en mujeres y ancianos. Pablo Ferrero, médico especialista en sueño, 
define el trastorno como la “ausencia involuntaria de descanso” y 
explica que puede presentarse de tres formas, solas o combinadas: 
dificultad para conciliar el sueño, imposibilidad de dormir sin pausas y
 despertarse mucho antes de lo previsto.
“Es
 el problema más común, y también el más subestimado. La gente suele 
acostumbrarse y no lo considera importante. O peor aún, suelen tratarlo 
con el primer fármaco que algún amigo les recomienda, lo que puede 
agravar el problema”, explica Ferrero. 
Lo
 peor del insomnio, sin dudas, son sus consecuencias en la vida de las 
personas que lo sufren. Durante el día, la falta de sueño pasa factura 
en forma de cansancio crónico, dolores de cabeza, alteraciones en el 
ánimo (mal humor y depresiones) y una somnolencia incontrolable. 
El
 sueño escaso, dicen los expertos, también altera la conducción 
cardíaca, baja las defensas y disminuye la respuesta sexual, la 
concentración y la memoria. Estudios hechos en Estados Unidos 
concluyeron que los insomnes rinden en el trabajo o en la escuela como 
alguien alcoholizado, y se duplican los riesgos de accidentes de 
tránsito.
En
 muchos casos, la persona mejora cuando cambia sus hábitos y adopta 
técnicas de relajación. Sólo en cuadros más graves los médicos recetan 
fármacos. Entre estos, explica Ferrero, hoy los más usados son los 
“hipnóticos no benzodiacepínicos” o “fármacos Z”, porque aceleran la 
conciliación del sueño, permiten un descanso más profundo, no generan 
mucha dependencia y su efecto se disipa al despertar.
La calidad del sueño, bajo la lupa
La
 “Escala de somnolencia Epworth” mide el grado de somnolencia diurna, 
calificando de 0 a 4 las probabilidades de quedarse dormido.
1. Leyendo sentado cómodamente durante el día.
0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa) 
2. Viendo TV durante el día.
0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa) 
3. Sentado inactivo en un lugar público (una clase, en el cine).
0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa) 
4. Viajando en transporte público o privado, más de una hora.
0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa) 
5. Acostado para descansar por la tarde.
0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa) 
6. Charlando, sentado.
0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa) 
7. Sentado cómodamente después de comer 0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa) 
8. Manejando mientras espero unos minutos en el tráfico.
0 (ninguna) 1 (leve) 2 (regular o moderada) 3 (severa)
Si la suma supera 1, hay grandes chances de sufrir algún trastorno del sueño.
Fuente: clarin.com

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