Su cocina es sabrosa pero alta en proteínas y grasas, ya que abundan la
carnes con salsas acompañadas con albóndigas de harina y patata a modo
de guarnición
Situada en el centro de Europa, la República Checa está formada por tres
territorios históricos: Bohemia, Moravia y parte de Silesia. Como breve
relato histórico, decir que el territorio que hoy ocupa formó parte del
Imperio Austro-Húngaro hasta 1918. Al término de la Primera Guerra
Mundial, se sumó a Eslovaquia y juntas se configuraron en la República
de Checoslovaquia, hasta que en 1993, se estableció como República
Checa. Para entender un poco esta cambiante historia, que se refleja en
su gastronomía, hay que tener en cuenta que el origen de sus pobladores
es muy variado; conviven en este país checos, moravos, silesianos,
eslovacos, polacos y alemanes.
De su territorio manan más de 900 mananatiales, lo que indica la cantidad de agua subterránea que alberga, que ayuda a definir una cultura culinaria muy ligada a la tierra, los pastos y el cultivo en regadío
El país centroeuropeo también se conoce con el nombre de "el techo de
Europa", ya que todos los ríos que brotan de sus tierras fluyen hacia
países limítrofes.
Una gastronomía consistente
La comida checa se parece a la comida austro-húngara; son comidas
generalmente fuertes y se sirven en grandes raciones. Sabrosa pero alta
en proteínas y grasas ya que abundan la carnes bien engrasadas con
salsas y acompañadas de albóndigas de harina y patata. El schnitzel
es un plato muy popular y lleva como ingrediente básico el cerdo asado,
aunque también se puede elaborar con cabrito y conejo. Otro plato
típico es el bramborak, una tarta muy delicada rellena de patatas, ajo y jamón de Praga. Es habitual que las carnes se sirvan acompañadas de knedliky, una especie de rosquilla elaborada con masa de harina y zeli, así le llaman al azúcar blanca.
El jamón de Praga es famoso en el mundo entero por su sabor delicado con cierto toque agridulce
También cabe señalar la buena charcutería empleada en su cocina, que le
da fama al jamón de Praga y a sus salchichas. El jamón es un delicado
fiambre con un toque agridulce, lo que le permite estar presente en
recetas muy diferentes.
En pescados lo más típico es la trucha y la carpa, y es habitual emplearlos escabechados.
Para terminar este recorrido gastronómico, y deleitarse con una
suculenta comida checa se puede degustar alguno de sus postres típicos
como son los pasteles de frutas y las compotas.
Fuente: consumer.es
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