Hay tres tópicos que siempre acompañan cada final de Miss Universo:
el primero es que casi siempre gana una candidata latina; el segundo,
que las mujeres de raza negra sufren discriminación por el color de su
piel; y el tercero, que las ganadoras suelen estar operadas. La representante de Angola, Leila Lopes,
consiguió tirar todos los tópicos por la borda y se convirtió en la
noche del lunes en una de las pocas mujeres de color que ha conseguido
coronarse como la más bella del mundo.
Lopes, que nunca había estado entre las favoritas, conquistó a los miembros del jurado con
su espectacular figura, su perfecta sonrisa y su gran elegancia.
Además, supo salir airosa de la que probablemente sea la prueba más
complicada del concurso: la pregunta.
Cuando un miembro del jurado le preguntó qué parte de su físico se
cambiaría si pudiera, Leila explicó "que estaba muy contenta y
agradecida por su físico y que no se cambiaría nada".
Además, consiguió quitarle superficialidad a la cuestión asegurando que
estaba muy orgullosa de "poseer también belleza interior y una gran
educación, gracias a sus padres".
En segundo lugar quedó la ucraniana Olesia Stefanko, seguida por la candidata de Brasil, Priscila Machado, y la candidata de Filipinas, Shamcey Supsup.
La gala, que celebraba el 60 aniversario de concurso, se desarrolló
sin grandes sobresaltos y fue televisada en 189 países. Los
organizadores esperan que la audiencia haya alcanzado los 1.000 millones
de espectadores en todo el mundo.
Sorprendió mucho, eso sí, que tan solo tres latinas quedarán entre las 10 finalistas y que, de ellas, únicamente se metiera entre las cinco últimas la representante de Brasil, país anfitrión del concurso.
Paula Guilló, representante de España, tuvo una participación discreta y finalmente no fue elegida entre las 16 finalistas.
La representante de Venezuela, Vanessa Goncalves, que había sido la
protagonista de la polémica más destacada durante los días previos a la
gala ya que su hinchada abucheó fuertemente a la representante de Brasil durante la semifinal, no pasó a la ronda de las 10 últimas finalistas.
La mexicana Ximena Navarrete,
Miss Universo 2010, se despidió de su título asegurando que éste "ha
sido el año más feliz de su vida" y que espera "seguir trabajando con
las organizaciones humanitarias vinculadas al concurso en el futuro".
Además, se despidió de Donald Trump diciendo que había sido "el mejor
jefe del mundo".
Por fin una ganadora negra
La periodista Maria Celeste, que ha sido jurado de Miss Universo en
dos ocasiones, se prestó a contestar a través de la cadena Telemundo
algunas preguntas de los seguidores del concurso, a tan solo unas horas
del comienzo de la gala. Como si de una premonición se tratara, la
pregunta que todos los seguidores se hacían era que por qué casi nunca
ganaba una representante de color.
María Celeste contestó que era simple casualidad porque "el jurado no recibe ningún tipo de presión para elegir a la ganadora y nunca se tienen en cuenta aspectos como la raza, la nacionalidad o la religión".
Además, Maria Celeste dejó claro que Donald Trump,
dueño del concurso, no da instrucciones sobre qué candidatas son las más
adecuadas para ganar. "A Donald Trump le encantan las mujeres y las
mira, las conoce y puede hacer algún comentario sobre cual le gusta más,
pero jamás nos dice a quien debemos votar", explicó la presentadora de Al Rojo Vivo (Telemundo).
La primera ganadora del concurso de raza negra fue la representante
de Trinidad y Tobago Janelle Commissiong en el año 1977. Desde entonces
tan sólo dos candidatas negras se han hecho con la corona de Miss
Universo. Wendy Fitzwilliam, de nuevo de Trinidad y Tobago, en 1998; y
Mpule Kwelagobe, de Botswana, al año siguiente en 1999.
La primera edición del concurso se celebró en California en 1952 por
lo que las estadísticas no engañan. En 60 años, solo cuatro candidatas
de color, contando a la última ganadora, han conseguido coronarse como
las más guapas de universo.
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