miércoles, 25 de mayo de 2011

Historia del locro



La razón de la supervivencia del locro como producto cultural reside en haber conservado su significado y función a través del tiempo:


Cubre la necesidad de alimento para muchos a bajo costo; permite iniciar su preparación el día anterior; es paciente, no se pasa si la concurrencia al convite es impuntual; puede espera adquiriendo una textura cremosa; es caliente y substancioso para las conmemoraciones invernales, solidario con los amigos siempre hay un plato más, y si sobra para el día siguiente, mejora su sabor!

Se dice que nació del luqru o rucru entre los indios Quechuas, y que con la llegada de los conquistadores que introdujeron el ganado vacuno se comenzó a agregarle carne, achuras, chorizo colorado y la “grasita colorada”, en la que se combina grasa derretida, ají, pimentón y cebolla de hoja, ya que estos dos últimos ingredientes eran inseparables de la comida española.

El locro surgió, como todas las mejores comidas del mundo, de la combinación de la pobreza y de la imaginación. De cómo con poca cosa, con elementos que las grandes mesas despreciaban, combinado con aderezos, se podía llegar a una creación que actualmente se encuentra en ollas populares, fiestas, bares de barrio y en los mejores restaurantes como plato nacional.

En Argentina el maíz que abunda es el blanco, que se utiliza seco y molido para preparar la mazamorra, que llenaba los estómagos pero carece de nutrientes como las proteínas. En el período colonial se vendía en las calles y el jugo espeso se utilizaba para alimentar a los niños cuando faltaba la leche.



Para mejorarla se comenzó a mezclarla con zapallo y luego agregarle algo de carne y las achuras y así comenzó a surgir el locro. Este proceso se produjo sobre todo en el centro y norte de Argentina, pues en el sur, en las pampas, eran más propensos a comer carnes asadas.



Se podría regionalizar las costumbres alimentarias de la Argentina de nuestros ancestros en dos: "hombres de cuchillo" y "hombres de cuchara", ya que, en el sur nadie podía comer lo que se ofrecía sin el elemento cortante, mientras que, en el norte, el utensillo necesario era la cuchara para servirse de la olla, humita, carbonadas, pucheros, mazamorras y otros muchos cocidos como nuestro atesorado Locro!

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