lunes, 30 de agosto de 2010

Escocia vision general

Con un nombre que evoca imágenes típicas de gaiteros con faldas escocesas y habitantes de las Highlands participando en competiciones de lanzamiento de tronco, Escocia es un país con un rico legado cultural y una identidad propia que lo separa de la vecina Inglaterra. Su gobierno semi-autónomo con su propio parlamento refuerza su identidad, mientras que sus impresionantes paisajes naturales son una muestra de que Escocia es efectivamente un destino único en las Islas Británicas.

El país está situado en la parte superior de la isla de Gran Bretaña y también ocupa un archipiélago formado por aproximadamente 790 islas menores, algunas de las cuales permanecen inhabitadas, aunque la mayoría lo están. Las islas de Shetland, Orkney y las Hebrides tienen las poblaciones más grandes. Sus residentes disfrutan de un estilo de vida tradicional, además de espectaculares paisajes costeros e insulares.

Uno de los principales atributos de Escocia son sus paisajes, con lagos de dimensiones espectaculares, ríos serpenteantes y magníficas montañas escarpadas. La región de las Highlands es hogar de una naturaleza pintoresca con colinas ondulantes, hermosas planicies y una costa accidentada que impresionará a los amantes de la naturaleza.

Las ciudades escocesas están llenas de colorido, y su capital, Edimburgo, fue designada Patrimonio de la Humanidad y es célebre por sus interesantes edificios y por su festival de las artes de verano que atrae a viajeros de todos los rincones del mundo. Por otra parte, Glasgow es la ciudad más grande del país y orgullosamente acreedora al título de Capital Europea de la Cultura en 1990. Además de su fascinante historia, Glasgow tiene una arquitectura interesante y numerosos museos y galerías de arte.

La cultura escocesa se hará presente en todos los sitios que visite, y su cocina es una de las principales atracciones turísticas. Haggis, mantecadas y whisky de alta calidad son sólo algunos de los productos asociados con el país; sin embargo, existe un sinfín de productos gastronómicos escoceses muy interesantes que no deberá dejar de probar durante su estancia en el país.

Viajar a Escocia es muy sencillo, pues dispone de varios aeropuertos que ofrecen acceso a los viajeros internacionales y puertos marítimos que ofrecen transportación por medio de ferry a Irlanda del Norte y Bélgica. La red nacional de trenes ofrece conexiones fáciles desde casi cualquier punto en Gran Bretaña, mientras que las autovías hacen que viajar a Escocia en auto o en autobús sea un asunto relativamente libre de estrés.

El país está perfectamente acoplado para recibir turistas y les ofrece una infinidad de opciones de alojamiento en las ciudades principales, así como una selección más limitada, pero variada, en el campo y en las poblaciones pequeñas. En Edimburgo encontrará grandes cadenas hoteleras como Sheraton, Holiday Inn, Marriott, Radisson y Hilton; mientras que Glasgow tiene establecimientos de las cadenas Novotel, Hilton y Radisson.

Historia

Los libros de historia nos dicen que Escocia ha estado habitada durante miles de años; aunque su historia comenzó a desarrollarse propiamente justo antes y durante la Edad Media. En el periodo sucesivo fue un sitio con una suerte variada, pero eventualmente surgió como un territorio estable, consolidando su estabilidad por su anexión oficial al Reino Unido.

Los historiadores especulan que posiblemente Escocia fue hogar de colonos prehistóricos; sin embargo, los romanos fueron la primera civilización en tener un impacto directo en el área. Las vecinas Inglaterra y Gales ya eran hogar de importantes establecimientos romanos, y si bien el imperio logró establecer una presencia en Escocia de manera exitosa, nunca pudo hacerlo durante un periodo considerable y ninguna de sus ocupaciones tuvo más de 40 años de duración.

Cneo Julio Agrícola fue responsable por la primera ocupación de Escocia, lo que sucedió entre los años 83 y 84 DC, mientras que el emperador Septimio Severo fue responsable por la última, la que se extendió de 208 a 210 DC. Aunque el periodo de ocupación romana en Escocia fue menor al de otras partes de Gran Bretaña, su impacto en el área fue significativo.

El Reino de los Pictos estableció los cimientos de la Escocia de la actualidad. Dicho reino, originalmente llamado Alba, creció tras la salida de Roma del territorio. Durante un largo periodo tuvieron lugar varios acontecimientos y las influencias celtas comenzaron a llegar alrededor del siglo X. Alba fue gobernada por diversos monarcas, quienes gradualmente expandieron su reino haciendo uso de lo que en la actualidad es el oriente de Escocia como su base. Galloway y Caithness cayeron bajo el control de Alba en el siglo XII, mientras que la región sur oriental ya había sido asimilada por el reino.

Por otra parte, la cultura local comenzó a adquirir una identidad más perceptible y la economía inició a crecer y a estabilizarse. Las ciudades, o municipios, como se les conocía entonces, comenzaron a desarrollarse y a establecer un sistema feudal. En las postrimerías del siglo XIII las principales fronteras del país ya estaban habitadas y, aunque luego fueron sujetas a algunas reformas, formaron las fronteras que Escocia tiene en la actualidad.

En 1286, la línea de sucesión al trono escocés se rompió con la muerte de Alejandro III y la de su nieta Margarita, Doncella de Noruega. Los ingleses trataron de establecer una monarquía en Escocia bajo el liderazgo de Eduardo I, aunque sus planes fueron estropeados por Roberto de Bruce, Conde de Carrick, quien fue coronado como Roberto I.

La subsiguiente hostilidad entre los ingleses y los escoceses dio como resultado décadas de conflicto entre los dos países. Al mismo tiempo había una guerra civil entre los Bruce y los Balliol, cuyas luchas continuaron hasta mediados del siglo XIV y concluyeron con la victoria de la dinastía de los Bruce. Luego de esto, al no haber herederos elegibles al trono, se estableció la dinastía de los Estuardo, cuyo primer monarca, Roberto II, creó una línea dinástica que permaneció vigente hasta la Edad Media.

Escocia experimentó periodos turbulentos tras la Edad Media y una serie de acontecimientos relevantes sacudieron su antigua estabilidad. Eventualmente, el país se recuperó y le siguieron gran prosperidad y desarrollo con la Revolución Industrial y el Siglo de las Luces Escocés. El país pasó de ser uno de los más pobres en Europa a uno de los principales actores en la arena industrial, comercial e intelectual.

Ya en el siglo XX, Escocia sufrió tanto como el resto del Reino Unido por los ataques aéreos de los Nazi durante la Segunda Guerra Mundial y por la privación que resultó de un país cuyos recursos primarios iban dirigidos a la campaña de los Aliados. Tras le guerra surgió un periodo de declive que trajo consigo pobreza urbana y una recesión industrial que en cierta medida no se presentó en el resto del Reino Unido. Los últimos 20 o 30 años han sido testigos de un resurgimiento industrial de Escocia y de un establecimiento de altos estándares en la calidad de vida de sus ciudadanos.

Clima

Escocia sufre del mismo sistema de clima impredecible que afecta a la totalidad del Reino Unido. No obstante, su ubicación geográfica en el norte de Gran Bretaña predispone a ciertos patrones climatológicos ligeramente diferentes a los de otros sitios al sur. Las temperaturas, por ejemplo, suelen ser un poco más bajas que en el resto del Reino Unido y las precipitaciones son más frecuentes en ciertas áreas. La región occidental de las Highlands es particularmente húmeda y registra 4577 mm de lluvia anualmente, lo que la convierte en una de las regiones más húmedas de toda Europa.

Los veranos son templados y registran temperaturas máximas en un promedio de 14.9 a 16.9° C. Las regiones costeras tienen el clima más cálido y reciben más luz solar, mientras que tierra adentro, especialmente en regiones montañosas como en el área de los Montes Grampianos, se presentan las temperaturas más bajas. Es posible que el verano sea la mejor temporada para visitar Escocia si desea disfrutar de actividades al aire libre, pero es importante mencionar que las precipitaciones en julio son muy frecuentes, por lo que es aconsejable que lleve consigo ropa impermeable.

Los inviernos son fríos, con temperaturas máximas en un promedio de 5.0 a 5.7° C, aunque algunas veces descienden hasta bajo cero y traen consigo nieve. Pero nuevamente, las regiones a mayor altitud tienen las condiciones climatológicas más extremas y esto puede ser una inconveniencia para muchos viajeros, aunque también crea las condiciones ideales para esquiar en sitios como CairnGorm, Glencoe, Glenshee, la Cordillera Nevis y Lecht.

La primavera y otoño son estaciones transitorias y experimentan mañanas y noches frescas, pero generalmente temperaturas suaves durante el día. Las lluvias son frecuentes en primavera, mientras que en el otoño suele haber muy agradables días despejados con clima vigorizante.

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