martes, 22 de diciembre de 2009

El champagne francés busca recuperar su brillo

Hubo un tiempo en que el champagne Bollinger, originario de Francia, era la bebida preferida de la Reina Victoria de Inglaterra y pocos podían darse el lujo de comprar una botella.

Hoy se puede adquirir en los supermercados ingleses con un 50 por ciento de descuento a U$S 28 e incluso hay espumantes que se consiguen por U$S 10. El champagne, que supo ser bautizada "Vino de Reyes", se ha convertido en una bebida de consumo masivo como puede ser la cerveza o la Coca-Cola.

La caída en los precios no se explica solamente porque cada vez haya más bebedores; también se debe a la crisis económica actual, que ha provocado el mayor descenso en los precios de los últimos 50 años. Para los productores franceses de champagne, el Reino Unido y los EEUU son los mayores mercados de exportación.

Pero en el último año, las ventas cayeron un 30 por ciento en el mercado británico y más aún en el estadounidense, según informa The Times . La mayoría de los analistas coincide en que parte de la responsabilidad también le cabe a las bodegas francesas. Cuando se redujo la producción en 2007 a causa de la sequía, los precios se dispararon de manera significativa. Y a pesar de que las exportaciones cayeron en 2008, los productores se jactaban de que se trataba de un producto "a prueba de recesiones".

Sin embargo, la realidad indica que hoy están almacenadas 1,2 millones de botellas en las bodegas francesas, equivalente a 4 años de ventas. Para el crítico de vinos inglés Michael Edwards, "hace mucho daño a la imagen de marca que el consumidor se pregunte por qué ahora cuesta U$S 28 cuando antes costaba U$S 86".

Para el especialista, la crisis del champagne es positiva, porque por un lado los consumidores pueden comprarlo a menor precio y, por el otro lado, las botellas que no se venden mejoran su calidad al estacionarse más tiempo.

Para recuperar su brillo, las bodegas francesas deberían impulsar su consumo en cualquier momento del año y no solamente para aniversarios y celebraciones. Y seguir los consejos de Lily Bollinger, la matriarca que dirigió la célebre casa de espumantes durante buena parte del siglo XX: "bebo champagne cuando estoy contenta y cuando estoy triste. A veces la bebo cuando estoy sola. Cuando tengo compañía, la considero obligatoria. Bebo un poco si no tengo hambre y también cuando quiero comer. De todas formas, nunca la toco, a menos que tenga sed".

Fuente: lanacion.com

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