domingo, 23 de agosto de 2009

Didgeridoo


El didgeridoo o diyiridú es un instrumento de viento (o aerófono) ancestral utilizado por los aborigenes de Australia. Básicamente es un tubo de madera, el cual se hace sonar al hacer vibrar los labios en el interior.

Existen muchas clases y variedades, pero la mayoría viene del norte de Australia, y las podríamos dividir en dos grandes clases, las del este y del oeste. La diferencia más grande se debe a las dos variedades que existen en sendas partes de Australia. El término didgeridoo no es de procedencia aborigen, es el que le dieron los europeos en sus primeras visitas a la isla. En las decenas de dialectos aborígenes se tiene una palabra distinta para designar a este instrumento, como por ejemplo yidaki, ginjungarg, eboro, djalupu, maluk, etc. La denominación más comúnmente utilizada por los aborígenes es yidaki, que significa "instrumento de conexión espiritual". Se supone que tiene unos 20.000 años de existencia, de acuerdo con la datación de algunas pinturas rupestres en las que aparece el instrumento, aunque los propios aborígenes le dan una antigüedad de hasta 40.000 años.


Propiedades terapeuticas:

Ya en tiempos remotos los aborígenes hacían uso de las propiedades del digeridoo, como símbolo cultural e identificativo de su procedencia, para ritualizar en distintos contextos las bases de su existencia. Se ha usado ancestralmente como objeto ritual y de mimetización teatral con el entorno, como acompañamiento de la voz y también como instrumento solista. Dentro de los clanes aborígenes, y todavía hoy en día, denota distinción en el rango o casta de las capacidades del músico que lo toca. Generación tras generación es transmitido un sistema propio de ser tocado por los clanes en cuya procedencia tiene sus orígenes el didgeridoo, en el noreste de la Tierra de Arnhem (Australia al norte). Éstos remiten físicamente el sonido, de padres a hijos, de maestro a alumno, con tal de transmitir el conocimiento en las complejas técnicas utilizadas para tocarlo.

Las connotaciones arcaicas y el sonido característico del didgeridoo lo convierten en un instrumento óptimo para la musicoterapia, tanto para el que toca –que puede utilizarlo como instrumento para guiar sus meditaciones, al tener que observar constantemente el sistema respiratorio–, como para el que escucha. Podemos inducir a estados de relajación profunda, al mismo tiempo que guiamos el viaje y sus dinámicas, a través del ritmo y la respiración. Aparte de las cualidades terapéutico-psicológicas, también podemos utilizar el sonido para masajear el cuerpo de un paciente a nivel físico y energético, desbloqueando tensiones musculares, contribuyendo positivamente a la reparación de fracturas óseas y aumentando el nivel de entropia en el cuerpo.

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