sábado, 11 de abril de 2009

En las Pascuas se duplican las calorías que deberían ingerirse en un solo día



Llegan las Pascuas y, como en las fiestas de fin de año, aparece la excusa perfecta para levantar la barrera: que muchas gracias, un huevito por aquí, que permiso, una porción de rosca de este otro plato, que como hoy "vale todo" repito el huevito.
Semejante panzada justo hoy que como pienso vegetar en esta silla voy a gastar lo mínimo de energía. Que la comida sea el centro de las reuniones no es un dato menor. Los médicos nutricionistas hacen un llamado a la moderación y avisan: el domingo de Pascuas se suelen duplicar la cantidad de calorías que deberían ingerirse en un solo día.
"El domingo de Pascuas es un día de poco desgaste corporal. Por un lado, los días de ocio hacemos menos actividad, por otro, puede haber más desbordes con las comidas. A la tradición de comer huevos de chocolate y rosca de pascua se suman las comidas de los días anteriores.
Aunque el Viernes Santo la tradición es comer pescado, el bacalao es caro, entonces muchos compraron menos y llenaron la mesa con papa, arroz y alimentos que aportan hidratos de carbono y grasas. Como ese día no se hace actividad, se gastan entre 500 y 600 calorías menos pero ingresan unas 1.000 de más: eso es el doble de lo que un adulto de contextura mediana debería consumir en un día", explica a Clarín Silvio Schraier, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición y docente de la UBA.
Quienes decidieron tomarse licencia con la dieta desde el jueves hasta mañana, tomen nota: "¿Si multiplico ésto por cuatro días? Me llevo puestos unos dos kilos", dice Schraier. La pregunta es: ¿Todo lo que hay en la mesa de Pascuas es pecado? "No. No pasa nada si durante estos cuatro días un chico come un huevo de pascua del tamaño de un huevo de gallina por día", dice Schraier. "Es elemental que abuelos tíos y padres acuerden qué y cuánto se compra para los chicos", agrega Mónica Katz, médica especialista en Nutrición y autora del libro "No dieta, puentes entre la alimentación y el placer".
Sergio Britos, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) habla de la importancia de no decir "no": "La idea no es prohibir, no creo que haya que reemplazar el huevo de chocolate con otro alimento. Lo importante es la moderación. Se pueden compensar los excesos: si se come más chocolate sería bueno que los postres estén basados en frutas frescas, comer menos pan en las comidas y disminuir los jugos con azúcar", recomienda.
Sigue Schraier: "Si el huevo es grande, ojo con partirlo en pedacitos y olvidarse. Moderarse con la ingesta de alcohol porque aportan calorías vacías (ni proteínas ni minerales, sólo gordura), y que la ensalada sea lo más grande posible". Una porción de rosca de pascua equivale a una factura de 50 gramos con crema pastelera. "El problema no es el contenido calórico de la rosca: es cómo comer una sola porción y no toda la rosca. Es que los humanos somos completadores (no podemos parar hasta terminar todo) y oportunistas (comemos lo que disponemos delante de los ojos).
Además, como hay variedad, no sólo importa cuánta rosca se come sino cuántas cosas dulces en el día y en todo el fin de semana. La recomendación es poca cantidad y poca variedad", dice Katz. ¿Qué elegir? "Para los que cuidan la salud siempre es mejor seguir el estilo francés: poco de lo mejor. En el caso del chocolate, el amargo o semi amargo es el más conveniente. Tampoco creo que se deban reemplazar los alimentos típicos de Pascua. Lo esencial es planificar la compra y que el eje de la reunión no sea lo dulce de la comida sino eso: la reunión".

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