viernes, 23 de enero de 2009

Quesos y vinos


Binomios intensos que intiman en una fusión deliciosa y tentadora, las cepas y los quesos se relacionan entre sí con reglas propias.

El aroma que aflora de la mesa servida con una buena selección de quesos provoca la inmediata apertura de sentidos. La reunión en torno al mix de blandos, duros, semiduros y semiblandos, requiere, además de la amistad y las charlas extendidas, un sabio maridaje con vinos que completen el momento único de la degustación.
Ese momento en el que el tiempo se detiene y los paladares celebran la unidad entre texturas, aromas y sabores, será sublime si se conjuga cada variedad con el varietal que mejor se lleva con ella. Existe una regla de oro que indica que mientras más fuerte sea el queso, mayor deberá ser el cuerpo del vino.
Opciones intensas como el Cheddar entran en sintonía con vinos como el Gamet Noir, Merlot, Pinot Grigio, y hasta con Chardonnays o Cabernet Francs. Sabores fuertes como el Gouda o el Asiago, combinan armónicamente con Shiraz, Zinfandel o Bordeaux. Quienes opten por elegir primero el vino y decidir después qué queso va mejor con él, aromáticos como el Riesling y el Gewurztraminer son ideales para acompañar con quesos suaves como el Brie y el Camembert. Con un Sauvignon Blanc o un Rose se aconseja un queso de cabra. Por último, los quesos azules se acompañan con vinos de hielo, ya que la cantidad de azúcar concentrada en ellos suavizará la intensidad del sabor de ese tipo de quesos.

Fuente: Cuisine & Vins

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